La belleza no es algo que se pueda comprar. No es algo tangible del cual uno se puede hacer a cambio de dinero, ni siquiera el mejor estilista o cirujano o diseñador de ropas puede adquirirlo para uno, porque es algo que se debe de ganar por merito propio.
Mucho se oye de que la belleza se basa en lo estéticamente correcto o incorrecto. Por suerte están los ciegos, aquellas personas que no están dotadas de la capacidad de ver, y así y todo pueden percibir la belleza. Esto nos dice que entonces la belleza no es estética.
Es algo mas, algo mucho mas profundo que tan solo la forma en que te veas, en como luzcas con lo que llevas puesto o como lo llevas puesto.
Mas bien la belleza es el perfume que impregna uno en si mismo.
Cuan bellas son esas rosas que hoy en día se encuentran por todos lados, pero cuando las vas a oler están vacías de perfume, como si fuera tan solo una copa de agua, y que decepción es cuando a uno le pasa eso.
Y así es la belleza, puede engañar a los ojos del despistado, queriéndose parecer a la flor mas bella, mas cuando todos los sentidos son agudos y enfocados. Poco dura esta mera belleza superficial, esta belleza que no tiene impregnado el perfume de lo que realmente es.
Lo genuino es bello por naturaleza, por ser genuino se lo siente con el aire encantador de ser algo único Mas cuando lo genuino quiere aparentar ser lo que no es, pierde su perfume, se esfuma la belleza natural y queda vació de esencia.
Y la única forma en que la belleza se pueda recuperar es volver a uno, llenarse nuevamente con el perfume propio que uno mismo tiene, confiar en ello e impregnarlo en todo y todos a su alrededor, haciendo así un hermoso jardín primaveral, donde vivan y conviva la pura belleza natural.